La
actual crisis social y económica que está atravesando España está
afectando de forma más intensa a la población más vulnerable tanto
dentro como fuera de las fronteras del Estado Español. Los recortes
producidos como una “adaptación” a la crisis han colocado la
Ayuda Oficial al Desarrollo en una posición anecdótica en el marco
de los presupuestos propuestos para el año 2014 situándola por
debajo del 0.2% de la RNB y en los que la Agencia Española de
Cooperación al Desarrollo acumula una caída en su presupuesto del
70% desde 2011. La Cooperación Internacional es asumida, más que
nunca, como una herramienta política más que como una
responsabilidad solidaria. La acumulación de la mayor parte de los
presupuestos de Ayuda Oficial al Desarrollo en el Ministerio de
Economía y Hacienda, en detrimentos de las ONGD o de la propia AECID
es prueba de ello.
En Honduras la cooperación española ha sufrido,
en los últimos tres años, una constante reducción de recursos
materiales y humanos, especialmente desde el sector de las ONGD. El
diagnóstico levantado por la Coordinadora de ONGD Españolas en
Honduras, analizando la trayectoria de inversiones y proyectos
impulsados en el país desde el año 2009 arroja una brutal reducción
de fondos públicos gestionados a través de ONGD por medio de las
herramientas de convenios y proyectos AECID, reduciéndose un 20% en
20131.
La cooperación descentralizada, tan vinculada
históricamente a Centroamérica especialmente desde el Huracán
Mitch, ha sufrido muchas discontinuidades2,
afectando seriamente los procesos comunitarios y locales. No
obstante, es significativo el esfuerzo de algunos ayuntamientos,
diputaciones y comunidades autónomas españolas que, pese a los
recortes, siguen apostando por una cooperación basada en la justicia
y la corresponsabilidad.
Los recortes en la cooperación española han
afectado profundamente a las propias ONGD, reduciendo sus equipos con
la consiguiente pérdida de puestos laborales. En los tres últimos
años, han sido forzadas a abandonar Honduras cuatro organizaciones
con presencia histórica en el país por falta de recursos
económicos. Del mismo modo, diversas entidades están tendiendo a
modelos de organización regional que requieran menos inversión,
afectando negativamente a su capacidad operativa y su acompañamiento
cercano a los proyectos. Esta reducción de la presencia en terreno
de las ONGD Españolas aleja aún más a la cooperación española de
un modelo horizontal acompañando procesos locales y comunitarios,
acercándose a modelos verticales basados en la financiación.
Pero
tras tantas cifras, porcentajes y tendencias, se ocultan historias,
procesos y rostros de aquellas personas acompañadas por las ONGD
Españolas. Tras los recortes encontramos trucados los sueños de
organizaciones españolas y hondureñas que han trabajado
conjuntamente desde hace varios años por un país más justo y
solidario. Las ONGD Españolas se han caracterizado por su trabajo
en seguridad alimentaria, en fortalecimiento de la salud pública, en
mejora de la calidad educativa, en procesos de defensa de los
derechos de las mujeres y en el acceso al agua. Son decenas las
municipalidades y otras instancias públicas que han llevado a cabo
proyectos con éxito impulsados por las ONGD Españolas.
El
trabajo de las ONGD ha sido históricamente la cara más solidaria
de la ciudadanía española. En cada rincón de Honduras se encuentra
un campesino, una maestra, un padre, una niña o un joven que valora
el impacto positivo que la cooperación española, a través de las
ONGD, ha tenido en su familia, en su comunidad o en su municipio. La
cooperación a través de las ONGD es, sin duda, la forma de
solidaridad más justa, más eficiente, con mayor impacto y más
cercana a las personas vulnerables, fortaleciendo sus derechos y
haciéndolas partícipes de su propio desarrollo. Una cooperación
que pone a las personas por encima de cualquier interés político o
económico, característica lamentablemente común de la cooperación
bilateral.
Ante la actual coyuntura, las ONGD Españolas en
Honduras afrontamos el reto de adaptarnos a condiciones adversas sin
perder nuestro espíritu solidario, preparándonos para las
consecuencias más graves de la crisis que empezarán a constatarse
en 2014, con la finalización de convenios y proyectos. El
mantenimiento (y en algunos casos aumento) de los fondos propios
provenientes de donaciones, socios y otras colaboraciones privadas es
un gesto de que la sociedad española sigue apostando por las ONGD
para canalizar su compromiso solidario por la justicia. El trabajo en
red, en plataformas y coordinadoras será clave para, desde la
diversidad, aportar en los procesos de desarrollo y defensa de los
derechos humanos. Un camino compartido entre la sociedad civil
española y hondureña será la clave para impulsar procesos de
cambio, que transformen las estructuras generadoras de pobreza e
injusticia hacia procesos de cambio social construyendo un mundo más
justo para todos y todas. En tiempos de crisis, es necesaria más
solidaridad.
2
Aportes de la cooperación
descentralizada
registrados (ayuntamientos, comunidades autónomas) a través de
proyectos para las ONGD registrados en el diagnóstico: 2009
(4917,305.51
€), 2010 (4503,484.86 €), 2011(498,746.78 €), 2012
(6287,618.72 €) y 2013 (8841,329.57 €).
Nota elaborada por la
Coordinadora de ONGD Españolas en Honduras
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